Cada tarde se sentaba frente a la ventana más grande de la tienda donde trabajaba, cada tarde esperaba ansiosa verlo bajar de su auto, buscarse monedas en el pantalón y entrar a comprar lo que fuera, el pretexto era estar cerca de Ella también.
Lo que fuera, a veces solo se paseaba entre los anaqueles buscando algo que ni siquiera Él sabía que era, mientras con miradas como ráfagas graba en su corazón cada milímetro de su sonrisa.
Él: ¿Cuánto es?
Ella: Descuida yo invito
Él: Gracias pero insisto en pagar
Ella: Y yo insisto en que vuelvas mañana
Sonriendo Él sube a su auto, Ella desde la ventana midiendo cada paso con suspiros, con ganas atoradas en unas manos que sudan de emoción y un corazón que se está cansando de esperar.
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