De la última tormenta hubo muchos daños,
si no se destrozo, todo quedo hecho polvo,
como suele pasar, la culpa ni mía ni tuya,
los daños los repartimos,
cada quien con su ración de reproches,
nadie cedió, todos perdimos.
Demasiados recuerdos a la superficie,
odio en algunas palabras puntiagudas,
poca comprensión para perdonar,
nadie sobrevivió...
la paciencia también se hundió.
La parte más difícil de encallar,
es cuando las mentiras se pagan con venganzas,
y el orgullo hace difíciles las olas,
nada puede con una tormenta de tristezas,
ni aferrarse a un cielo de pocos defectos.
Evita ir a mi muelle,
ya no sé si soportare otra batalla,
quédate donde encontraste lo que aquí,
según tú... te falta,
aunque los dos sepamos... que te sobra. |